Los fototipos cutáneos se clasifican principalmente a través de la escala Fitzpatrick, la cual se basa en la cantidad de pigmento que tiene la piel y su reacción a la exposición solar (Sachdeva, 2009; Fors et al. 2020). Actualmente existen seis diferentes tipos de pieles, que van desde muy claras (tipo I) a muy oscuras (tipo VI) (Tabla 1). Aunque la coloración de la piel en sí no es el único factor que determina la reactividad a la exposición al sol, se ha comprobado que está, en conjunto con la etnicidad, juegan un rol determinante en el desarrollo de patologías cutáneas y signos de fotoenvejecimiento (Krutmann et al. 2020; Passeron et al. 2021; Rigel et al. 2022).

A manera general, las pieles oscuras (IV-VI), a diferencia de las claras (I-III), presentan una mayor cantidad de melanina en las capas superiores de la epidermis y una relación eumelanina/feomelanina mucho mayor (Brenner y Hearing, 2008; Passeron et al. 2021; Tsai y Chien, 2022). La melanina es la responsable principal del color normal de la piel (Marín & del Pozo, 2005; D'Ischia et al. 2015) y se divide en dos tipos principales: las eumelaninas, cuyo pigmento es marrón oscuro a negro y proveen fotoprotección y las feumelaninas, las cuales aportan poca protección contra la radiación ultravioleta (UV) (López & Chaparro, 2015; Mostert, 2021). Por ende, se considera que los fototipos oscuros presentan una protección mayor contra la radiación UV, ya que no solo poseen un incremento en el número de melanosomas con melanina, sino también estos son más grandes y están ubicados individualmente en los queratinocitos, lo cual permite absorber y dispersar mayor cantidad de luz ultravioleta en comparación con los fototipos claros (Tabla 2) (Gloster y Neal, 2006; D´Orazio et al. 2013; Taylor et al. 2022).
De igual forma, se ha reportado que el 70% de la radiación UVB que llega a la piel es absorbida por el estrato córneo, el 20% llega a la epidermis y solo el 10 % penetra la dermis. Por el contrario, respecto a la radiación UVA, es parcialmente absorbida por la epidermis y alrededor del 20 – 30 % llega a la dermis, afectando directamente los fibroblastos dérmicos (Battie et al 2014; Krutmann et al. 2020). Lo cual indica que la radiación UVA afecta principalmente las capas profundas de la piel mientras que la radiación UVB se centra en las capas superiores.

Lo anterior, en conjunto con la diferencia en concentración de melanina en la epidermis, conlleva a que los fototipos cutáneos difieran en los efectos que tienen al exponerse a la radiación ultravioleta y, por ende, pueden desarrollar diferentes fotodermatosis (Tabla 3). Estas se definen como enfermedades de la piel, que son inducidas o exacerbadas por radiación electromagnética (UV, VL, IR), ya sea emitida por el sol o fuentes artificiales (De Argila et al. 2014). Actualmente, las fotodermatosis se dividen en cuatro grupos: fotodermatosis mediada inmunológicamente (p.ej. dermatitis actínica crónica, erupción polimorfa lumínica), fotosensibilidad inducida por sustancias químicas y fármacos (p.ej. fotoalergia, pelagra), dermatosis fotoagravadas (p.ej. dermatitis atópica, psoriasis) y trastornos hereditarios con reparación defectuosa del ADN o con inestabilidad cromosómica (p.ej. síndrome de Bloom, síndrome de Kindler)(Santoro y Lim, 2011; Passeron et al. 2021). En general los fototipos claros son más propensos a sufrir quemaduras solares, daños en el ADN, fotoenvejecimiento, lentigo solar y cáncer de piel, a su vez que los fototipos oscuros tienen mayor probabilidad de desarrollar pigmentación, melasma e hiperpigmentación postinflamatoria (D´Orazio et al. 2013; Taylor et al. 2022). Es por tal razón que hoy en día se propone una protección solar basada en el fototipo, en donde pieles oscuras deben priorizar una defensa contra radiación ultravioleta A y luz visible (VL); mientras que las pieles claras, al tener menor cantidad de pigmento, deben protegerse de la radiación ultravioleta A y B, luz visible y radiación infrarroja (IRA) (Passeron et al. 2021; EMJ Dermatol., 2022).

Ahora bien, recientemente se ha demostrado que la radiación ultravioleta (UVA o UVB) no es el único factor causal del fotoenvejecimiento de la piel. La luz visible, específicamente la luz visible de alta energía o luz azul (400-500 nm) y la radiación infrarroja (770 – 1400 nm) se han destacado por su capacidad para formar especies reactivas de oxígeno (ROS), induciendo así, estrés oxidativo. Esto se traduce en el desarrollo de arrugas gruesas, pigmentación desigual, pérdida de elasticidad y alteración de las funciones de la barrera de la piel (Schroeder et al. 2010; Grether et al. 2015; Campiche et al. 2020; Coats et al 2020). Y aunque el consumo de cigarrillo y la polución también promueven el envejecimiento prematuro de la piel, estos factores se relacionan directamente con el desarrollo de arrugas marcadas, más no con anomalías pigmentarias (Taylor, 2005).
Dicho esto, el conocer nuestro fototipo de piel y sus cuidados respectivos, reducen la probabilidad de desarrollar fotodermatosis y/o envejecimiento prematuro de la piel. Para las pieles claras, es esencial saber que requieren de un protector solar de amplio espectro para todos los tipos de radiaciones electromagnéticas (SPF ≥ 30 (Passeron et al. 2021). Por el contrario, las pieles oscuras, a pesar de que también requieren una protección solar contra UVA, deben priorizar protectores que contengan filtros inorgánicos no micronizados (p. ej., dióxido de titanio, óxido de zinc) y antioxidantes que contrarresten la pigmentación producida por UVB, VL e IRA (Krutmann et al. 2020; Tsai y chien, 2022). Lo anterior, en conjunto con las recomendaciones de la Academia Americana de Dermatología, de buscar la sombra en horarios donde el sol es más fuerte (10 am -2 pm) y emplear vestuario adecuado (camisas manga larga, pantalón, sombrero y gafas), mantendrán nuestra piel mayormente blindada ante los efectos adversos producidos por la radiación UVA, UVB, VL e IRA.
Referencias
Battie, C., Jitsukawa, S., Bernerd, F., Del Bino, S., Marionnet, C., & Verschoore, M. (2014).
New insights in photoaging, UVA induced damage and skin types. Experimental dermatology, 23, 7-12.
Brenner, M., & Hearing, V. J. (2008). The protective role of melanin against UV damage
in human skin. Photochemistry and photobiology, 84(3), 539-549.
Campiche, R., Curpen, S. J., Lutchmanen‐Kolanthan, V., Gougeon, S., Cherel, M., Laurent,
G., ... & Schütz, R. (2020). Pigmentation effects of blue light irradiation on skin and how to protect against them. International journal of cosmetic science, 42(4), 399-406.
Chaowattanapanit, S., Silpa-archa, N., Kohli, I., Lim, H. W., & Hamzavi, I. (2017).
Postinflammatory hyperpigmentation: A comprehensive overview. Journal of the American Academy of Dermatology, 77(4), 607–621.
Chen, J., Li, H., & Zhu, H. (2021). Successful Treatment of Chronic Actinic Dermatitis with
Dupilumab: A Case Report and Review of the Literature. Clinical, Cosmetic and Investigational Dermatology, 14, 1913.
Coats, J. G., Maktabi, B., Abou‐Dahech, M. S., & Baki, G. (2021). Blue Light Protection,
Part I—Effects of blue light on the skin. Journal of cosmetic dermatology, 20(3), 714-717.
De Argila, D., Aguilera, J., Sánchez, J., & García-Díez, A. (2014). Estudio de las
fotodermatosis idiopáticas y exógenas. Parte I: fisiopatología y aspectos técnicos del estudio fotobiológico. Actas Dermo-Sifiliográficas, 105(2), 112-121.
D'Ischia, M., Wakamatsu, K., Cicoira, F., Di Mauro, E., Garcia‐Borron, J. C., Commo, S.,
... & Ito, S. (2015). Melanins and melanogenesis: from pigment cells to human health and technological applications. Pigment cell & melanoma research, 28(5), 520-544.
D'Orazio, J., Jarrett, S., Amaro-Ortiz, A., & Scott, T. (2013). UV radiation and the skin.
International journal of molecular sciences, 14(6), 12222-12248.
EMJ Dermatol.(2022). 10 (3): 2-8. Recuperado de undefined
content/uploads/sites/2/2022/03/Revolution-in-Photoprotection-How-to-Recommend-and-Adapt-Photoprotection-According-to-Skin-Phototype-and-Dermatoses.pdf
Fors, M., González, P., Viada, C., Falcon, K., & Palacios, S. (2020). Validity of the fitzpatrick
skin phototype classification in Ecuador. Advances in Skin & Wound Care, 33(12), 1.
Gloster Jr, H. M., & Neal, K. (2006). Skin cancer in skin of color. Journal of the American
Academy of Dermatology, 55(5), 741-760.
Grether, S., Marini, A., Jaenicke, T., & Krutmann, J. (2015). Effective
photoprotection of human skin against infrared A radiation by topically applied antioxidants: results from a vehicle controlled, double‐blind, randomized study. Photochemistry and photobiology, 91(1), 248-250.
Hung, M., Beazer, I. R., Su, S., Bounsanga, J., Hon, E. S., & Lipsky, M. S. (2022). An
Exploration of the Use and Impact of Preventive Measures on Skin Cancer. Healthcare , 10(4): 743. MDPI.
Kemény, L., Varga, E., & Novak, Z. (2019). Advances in phototherapy for psoriasis and
atopic dermatitis. Expert review of clinical immunology, 15(11), 1205-1214.
Krutmann, J., Schalka, S., Watson, R. E. B., Wei, L., & Morita, A. (2021). Daily
photoprotection to prevent photoaging. Photodermatology, photoimmunology & photomedicine, 37(6), 482-489.
López, D. I. & Chaparro, V. (2015). Anatomía y Fisiología del Melanocito: revisión de
tema. ARCHIVOS Argentinos de Dermatología, 1-6.
Marín, D. & Del Pozo, A. (2005). Pigmentación de la piel (I). Melaninas: conceptos
generales e implicaciones cosméticas. OFFARM, 24(1):116-118.
Mendoza, I. A. (2018). Guías de diagnóstico y manejo de melasma. Dermatología
Cosmética, Médica y Quirúrgica, 16(1), 12-23.
Mostert, A. B. (2021). Melanin, the What, the Why and the How: An Introductory Review
for Materials Scientists Interested in Flexible and Versatile Polymers. Polymers, 13(10), 1670.
Paek, S. Y., & Lim, H. W. (2014). Chronic actinic dermatitis. Dermatologic clinics, 32(3),
355-361.
Passeron, T., Lim, H. W., Goh, C. L., Kang, H. Y., Ly, F., Morita, A., ... & Krutmann, J. (2021).
Photoprotection according to skin phototype and dermatoses: practical recommendations from an expert panel. Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology, 35(7), 1460-1469.
Perugini, P., Bonetti, M., Cozzi, A. C., & Colombo, G. L. (2019). Topical sunscreen
application preventing skin cancer: Systematic review. Cosmetics, 6(3), 42.
Sachdeva, S. (2009). Fitzpatrick skin typing: Applications in dermatology. Indian journal
of dermatology, venereology and leprology, 75(1), 93.
Santoro, F. A., & Lim, H. W. (2011, December). Update on photodermatoses. In Seminars
in cutaneous medicine and surgery (Vol. 30, No. 4, pp. 229-238). WB Saunders.
Schroeder, P., Calles, C., Benesova, T., Macaluso, F., & Krutmann, J. (2010).
Photoprotection beyond ultraviolet radiation–effective sun protection has to include protection against infrared A radiation-induced skin damage. Skin Pharmacology and Physiology, 23(1), 15-17.
Tamagawa-Mineoka, R., & Katoh, N. (2020). Atopic dermatitis: identification and
management of complicating factors. International Journal of Molecular Sciences, 21(8), 2671.
Taylor, C. S.(2005). Photoaging and Pigmentary Changes of the Skin. En Burgess, M. C.
(Ed.), Cosmetic Dermatology (29-52). Alemania: Ó Springer- Verlag Berlin Heidelberg.
Taylor, C. S., Alexis, A. F., Armstrong, A. W., Fuxench, Z. C. C., & Lim, H. W. (2022).
Misconceptions of photoprotection in skin of color. Journal of the American Academy of Dermatology, 86(3), S9-S17.
Tsai, J., & Chien, A. L. (2022). Photoprotection for Skin of Color. American journal of
clinical dermatology, 1-11.
Zielinska, M. K. (2014). Vitamin D: The truth about Vitamin D and sun exposure
demystified. Finding the balance for personal health. Professional Lighting
Design, 93, 40-48.